martes, 25 de agosto de 2009

RECORDANDO EL PASADO

Sobre lo que ocurrió en Berlín hace veinte años
CUANDO SE CALLÓ EL MURO
Francisco Ugarteche.

Han pasado veinte años desde que cayó el Muro de Berlín, tal vez el hecho histórico más trascendente del siglo pasado y en el Perú y gran parte de Sudamérica, simplemente se calló, se silenció, se dejó de hablar de él.
Y en esto pienso radica una de las más graves fallas de nuestros medios de comunicación social, envueltos en la vorágine de una competencia mercantil que renuncia mayoritariamente a valores morales e ideológicos y por supuesto con muy poco asomo a inquietudes científicas, culturales, intelectuales.
No creo equivocarme si digo que no sabrás responder a la pregunta ¿cómo fue que cayó el Muro de Berlín?. En el horizonte noticioso mundial del siglo pasado seguramente le das más atención a los 40 años de Woodstock, con Joe Coocker, Carlos Santana, Jimy Hendrix y Joan Baez; la llegada de Neil Armstrong y la Apolo 11 a la Luna o la aparición de los Beatles, con John Lennon, Paul Mc Cartney, George Harrison y Ringo Star.
Sin embargo algo que tiene mucho que ver con nuestro pasado inmediato y preocupante futuro está íntimamente relacionado con la caída del Muro, ya que nos guste o no, significó el colapso del comunismo a nivel mundial, el fracaso del materialismo dialéctico, del estatismo abusivo, del marxismo-leninismo-maoísmo, eso que Sendero predica en el VRAE para seguir vendiendo coca, eso que proclama Evo para perpetuarse en el poder, igual que el Hugo, igual que Fidel.
Los antiimperialistas que hasta ayer querían estatizar los bancos se asustan ahora cuando escuchan hablar de comunismo, saben que es anacrónico y podrán ser torpes pero no estúpidos y no quieren verse emparentados con un sistema político que enarbolando banderas de justicia social arrasó con todas las libertades públicas, comenzando por la de expresión. ¿Quién se jura hoy en día comunista?. Cuando la única verdad histórica es que el cuento de la igualdad se empantanó en prerrogativas y privilegios de codiciosas castas políticas que se olvidan de los más elementales principios de la democracia.
Y entonces vuelvo a preguntar ¿Cómo fue que cayó el Muro? ¿Cómo se llama el periodista que preguntó al burócrata alemán sobre la ley de viajes? ¿Cómo se llamó el burócrata?.Claro, seguramente no te acuerdas por que nadie te contó que Gunter Schabowski (el burócrata) dijo que ese día (9 de noviembre de 1989) decidieron aprobar una regulación que permitía a todo ciudadano de Berlín Oriental salir del país por la frontera con la otra Alemania, ello “rige de inmediato, sin demora”, respondió nervioso en una conferencia con periodistas extranjeros.
Ricardo Ehrman no podía creer lo que estaba escuchando. Y hasta hoy no está muy convencido que su pregunta desencadenó todo esto. Esa respuesta fue interpretada por los alemanes orientales como la apertura de la frontera y en pocas horas miles de personas se había arremolinado en torno a los cruces del Muro de Berlín. A media noche la gente bailó sobre ese Muro, que nunca más impidió el libre tránsito entre las dos alemanias. Después comenzó un proceso de reunificación que les devolvió la sonrisa a todos, menos a unos cuantos rojos que en el camino perdieron el tren.
Pero esos días fueron los últimos que en el Perú merecieron la atención de la mayor parte de nuestros medios de comunicación social en torno al fin del comunismo. Luego se calló la boca, se bajó la voz, se guardó silencio como cuando muere alguien muy cercano y entonces es mejor ser respetuosos, hasta el olvido. Después, como en los velorios, llegará el momento para volver a contar chistes colorados. Pero siempre en voz baja, casi guardando silencio, callando la boca.
Al cumplirse un año de la caída del Muro vimos algunas imágenes que recordaban el acontecimiento y después, poco a poco llegamos a lo que sucede hoy. Las nuevas generaciones poco o nada saben de su caída y seguramente la confunden con historias de Drácula, Harry Potter , los transformers y los mutantes. Mucho más remotos les resultan Solzhenitsyn y el Archipiélago Gulag, el Pabellón del Cáncer o el Primer Círculo. Gorbachov con su glasnost y la perestroika , hacía un par de años había comenzado radicales cambios dirigidos hacia la transparencia, libertad de expresión y reconstrucción de su putrefacto partido comunista, pero los muchachos lo vinculan más con una canción de Locomía. Un poco antes de la caída del Muro el sindicalista Lech Walessa con su Solidarnosc en Polonia, encabezaba una revolución pacífica, sin bloqueo de carreteras, sin curvas del diablo. La televisión occidental, satelital, atravesó el muro gracias a platos receptores fabricados artesanalmente por los universitarios. No había cómo ocultar lo que ocurría al otro lado del mundo. Millones de prisioneros de la cortina de hierro querían escapar.
Pero en Alemania el Muro se cayó y en el Perú después de 20 años se sigue callando. Un extraño embrujo se apodera de las redacciones y muy rápidamente olvidamos lo que pasó con el comunismo. Ayer parapetados en la dictadura y vistiendo el uniforme de Sinamos se apoderaron de todos los medios de comunicación. Si, de todos.. Más tarde reclamando derechos de jóvenes embaucados con el cuento de la revolución armada y hoy luciendo algunas canas verdes de movimientos ambientalistas, prefieren olvidar lo que pasó con el Muro. Total, eso ocurrió allá, tan lejos, que no tiene que preocuparnos.
Pero esa lacra totalitaria parece rebrotar ahora peor que el maldito cáncer. Los chinos, Velasco en la izquierda y Fujimori en la derecha, resultan bebes de pecho al lado de las pretensiones de los nuevos rojos, fortalecidos por una crisis financiera mundial que interpretan como el fin de capitalismo mundial y respaldados por un Stalin tropical, un Idi Amín Dadá caribeño. Y claro, cómo no va haber gente que prefiere que vuelvan los rojos si algunos atorrantes te agarran a cachetadas con su billete en cada esquina. Si la salud, la justicia y la educación son para los que tienen plata. El resto debe conformarse con leyes rimbombantes que te siguen prometiendo lo que son incapaces de resolver en los hospitales, los juzgados y las escuelas.
Cómo no van a resucitar estas ideologías si como dice Luis Abanto, se hacen ricos los que no trabajan. O mejor aún, el rico vive del tonto y éste de su trabajo. Cómo no vamos a escuchar otra vez los mismos rollos que escuché hace 40 años en San Marcos, si es que no han sido capaces de atender lo que reclama el pueblo, de hacer que la democracia sea el gobierno del pueblo y para el pueblo. Si el muro se sigue callando.

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