sábado, 8 de marzo de 2008

CONOCIENDO MI PUERTO


DESDE EL BALCON
Por: Enrique Lazo Flores

X Parte
… Después de Freiser, en 1735, cuando se encontraba en pleno auge el comercio ilícito en las colonias españolas de América, los hermanos Juan y Antonio de UIloa, Tenientes Generales de la Real Armada Española, con los astrónomos franceses, Luis Godin y Bourger, salieron en la expedición de Charles, La Condamine a la América del sur, para medir un grado terrestre, sobre el Ecuador. Cumplida su misión, los científicos españoles se dedicaron hacer acopio de datos que mas tarde, allá por el año, 1746 presentarían en un informe secreto al soberano, Fernando VI, sobre el estado político y administrativo de los territorios que habían visitado.
De su estadía en e Perú y su visita a ILO dijeron: “Ni el Puerto, Ni el Pueblo tiene defensa alguna, y por eso he sido uno de los mas libres , “donde iban los franceses, cuado pasaban los franceses, pasaban a comerciar, a la Mar del Sur, porque estaban en él como si fuera puerto propio, haciendo libremente su comercio con os que bajaban de las provincia del Cuzco, Chuchito, Arequipa y otros”….
El trasporte de las mercaderías de contrabando no solo a todo el sur del Perú, sino también a Bolivía, activó el servicio mular del arrieraje en ILO, Moquegua y del todo el sur.
Antonio Vásquez en su visita a ILO, decía que del río Tambo se caminaba 5 leguas a Los Sauces, donde don Pedro de Peralta vecino de Arequipa tiene junto al mar, una grande cría de mulas en aquellas lomas y hierra cada año, mas de 200 mulas,
Y siendo el transporte el pilar fundamental del florecimiento económico de Moquegua, en al colonia y en la República, en las primeras décadas del siglo XX, el arrieraje mereció la atención de los diferentes gobiernos que liberaron de todo impuesto la internación de mulas, caballos y asnos anto de Chile como de Argentina.
Las primeras mulas que se emplearon, en el servicio del arrieraje procedían al parecer de Nueva Segovia, del Barquisimeto en España, en 1874, cinco años antes de la guerra con Chile, el Sub Prefecto de Moquegua, Emilio de la Flor,, al ministro de Gobierno, Policía y Obras Públicas, le informaba, entre otras cosas , que el número de mulas existente en Moquegua, sobrepasaba el millar con el valor de 150 soles cada uno.
Sobre este comercio de contrabando Freiser decía, “Las mercaderías que llegan desde diversos puntos lejanos, tiene que tener gran numero de mulas, para remudar las de carga que se cansan en el desierto y se mueren si se empeñan en quedarse atrás.
Dividen el ganado en recuas, de varias piaras de diez mulas cada una que manejan dos hombres, y como hay jornadas de 30 o 40 leguas, de cerros elevados, y cuestas difíciles las mulas de remuda tienen que ser a veces el doble de las piaras,
A pesar de esta precaución, muere tal cantidad de de mulas en los caminos del Perú, se reconocen tanto por las huellas de las patas, como por los esqueletos de los que se cansan en regiones donde no se encuentran qué comer porque casi nunca hay agua, ni pastos.
Por tal motivo, se ven obligados a traer anualmente 80 mil ó 100 mil mulas de Tucumán, ó de Chile, en reemplazo de de la pérdida constante… los comerciantes viene a ILO desde el Cuco, La Paz, Potosí, La Plata, Lípez en Potosí, de manera que el Puerto es el mejor de todos los de la costa para el comercio de las mercaderías de Europa”.
Caleta pobre como era ILO, pocos serian los artículos, que quedarán en el Puerto, para el común de las gentes, apenas una u otra chuchería y algunas telas al alcance de su pobrísima economía.
Los pudientes talvés, adquirirían telas inglesas, y francesas de mejor calidad, los enormes espejos con doble lunas biselados, y marcos dorados con pan de oro de 18 kilates, porcelanas de Sevres, perfumes franceses, mesas ovoides con tableros de mármol, juegos de loza inglesa, macizas cujas de brillante bronce,. Las reuniones sociales de hogares afortunados, alegrados de champagne, y vinos franceses.
En cambio los contrabandistas cargarían sus naves, con barriles de pescado seco y salado, y talvés también con fruta de Moquegua, vino y piscos que ya se producían en las viñas de Santa Catalina de Guadalcázar. Continuará.

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